Banquete

share foodEl hambre era grande y el almuerzo poco.

No muchos dientes se atreven a desafiar a una gallina flaca y huesuda de un comedor laboral, y menos si han pasado horas desde que fue servida.

Yo sabía que a mi amigo (que ese día venía también con su hijo, en plena adolescencia, sobra decir la necesidad de tener la barriga llena a esa edad) aquella carne seca y fría le helaba desde el paladar hasta los tuétanos, pero ante tanto agujero negro en el estómago no se puede andar con medias tintas… ¡A la carga!

Al menos no tendríamos que enfrentarnos a la mortadella, esa sí que lo desarmaba.

El lío es que éramos tres comensales para mi ración. ¡Tres fauces para un plato!

Al rato pensé en Liset. Mi novia tiene una teoría singular sobre la caridad: Si uno comparte con alguien algo que te guste, por ejemplo, comida, acabas sintiéndote bien, y el beneplácito es tal que hasta llegas a sentirte lleno. No creo que nadie me quite el derecho de dudar ante un pensamiento así, ¿verdad?

Pero aquella tarde se pulverizó mi escepticismo.

¿No dice Jesús que dar es mejor que recibir? Y es que dar es recibir. La mano bondadosa siempre tiene más de cinco dedos, porque los amigos suman los suyos; nunca se queda vacía; no se cansa de ofrecer porque no busca pagos a cambio… Sí, dar es recibir.

Al cabo de unos minutos de plática, remembranzas, planes, sueños, penas y risas los tres teníamos rostro de festín. Pero no como si hubiéramos asistido a un banquete de Julio César, lo nuestro fue más al estilo de la última cena. Aquella gallina flaca, el poco de arroz, los chícharos y el dulce de fruta bomba fueron nuestro pan compartido. No tuvimos vino, pero disfrutamos del agua como si fuera más bendita que la del primer milagro.

Liset tenía razón. Conceder sin mezquindad aunque sea con estrechez satisface, llena.

Hoy vino otra vez Milanés. Dejó por unos días La Habana. Llegó otra vez cerca de la hora del almuerzo, no comimos juntos esta vez. Hoy solo vino a traerme, sin saberlo, el recuerdo de aquella hambre mayúscula que apaciguó un almuerzo frugal. Me trajo servida en un plato gigante la inspiración para retomar las gotas de luz.

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4 respuestas a Banquete

  1. Anay Don dijo:

    Es sublime la acción de dar . Enaltece el alma , ayuda a lanzar el egoísmo al vacío . Hace que la solidaridad con los seres cercanos crezca , y sea un ejemplo de armonía y sensibilidad con aquellos que necesitan la mano amiga en cualquier circunstancia. Me siento orgullosa de ti Roge : es un gran texto .

    • rogelio86 dijo:

      Gracias, Anay. Como te decía en Facebook, tenemos que cuidarnos el alma porque nos rodea un egoísmo sórdido. Debemos velar para que no nos entre. Orgulloso me siento de ti, porque te sé bondadosa. Persiste en el bien. Nunca dejes el camino angosto de la virtud, porque es el único que vale la pena. Un abrazo de luz para ti.

  2. papa me dio nostalgia, recuerdas nuestros años universitarios? tremenda canina!!!! pero hicimos nuestra la palabra compartir, hay quienes dicen que lo poco entre muchos crea tensiones, tontos que son, amigo, gracias por brindarme una gran lección de vida.

    • rogelio86 dijo:

      Arnaldo, gracias a ti por comentar y por compartir. Sí, en la UCLV ese era un infinitivo infinitamente diario, jaja Gracias a ti por formar parte de las lecciones de mi vida. Un día debo escribir algunas de ellas, para que te dé nostalgia de verdad, jaja Un abrazo, man.

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