En “Fanguito al pecho”…

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Un aguacero basta para que el fango le suba hasta la crisma a cualquiera que se embale un poquito en una bicicleta sin guarda fango.

Chocolate, vavinei, melao… El eufemismo y la ironía ayudan a sobrellevar el fanguero. “¡Ahora sí que está bueno esto!”, dice una señora y le añade sonrisas al rostro, mientras se quita los zapatos y se pone botas para pasar el lodazal.

Oye, tú sí que vienes preparada. Yo voy a tener que hacer lo mismo, porque este año sí que no hay por donde coger”, le comenta una vecina.

¡Lo que zumba el mango que con esta calle siempre es lo mismo, caballerooo! Estamos igual que los animales…”, añade un transeúnte malhumorado por el dibujo que le obsequia el camino a sus tenis blancos.

¿Quién los escucha o tan siquiera los oye? Verlos, nadie los ve. Al parecer los habitantes del reparto La Cubana, en Vertientes, son como invisibles a las autoridades que deben velar por las vías públicas.

Claro, por allí los jefes pasan en carro. Y como van, los pobres, tan preocupados por su apretada agenda no atinan ni siquiera a recoger al primer transeúnte necesitado; cuando dan el aventón, escogen.

Los delegados del Poder Popular, más cercanos a la gente, más parecidos a la gente (andan a pie o en bicicleta) no tienen poder para arreglo alguno.

Ni Viales ni las otras empresas que reparan calles tienen asfalto para una nimiedad como esta: cientos de personas fangueando a diario.

Acueducto y Alcantarillado, cuya sede se ubica frente al fanguero de la foto, no tiene recursos ni iniciativa para arreglar la calle.

Pero la sordera en Vertientes no es una nueva.

A finales de 2013 el Adelante, órgano oficial del Partido en Camagüey, publicó La ducha que aún no llega al plato. El reportaje describía cómo los trabajadores de una cooperativa habían tenido que echarle mermelada de guayaba a los cerdos porque las ineficiencias en el comercio impidieron alimentar a las personas. Y advertía que esto, y cualquier otra desgracia similar, podía volver a ocurrir de persistir las dificultades en la comercialización, pues se hacía inversiones en el riego para las plantaciones, que conllevaría al aumento de la producción. Mango perdido, plátanos demorados en el almacén, y otras fatalidades han continuado.

A mediados del 2014 el mismo periódico sacó El bloqueo de “La Bloquera”, allí se explicaba cómo en el municipio habían perdido una instalación capaz de darle al pueblo 15 viviendas cada mes. La planta en buen estado, el personal capacitado, la demanda asegurada… Todo listo para funcionar, y nada.

En enero del 2015 Marcas de un mercado prevenía a las autoridades que en época de lluvias el mercado, recién inaugurado, se llenaría de fango si no concluían la obra, estrenada sin concluir la pavimentación, y el baño sanitario y el abasto de agua para los trabajadores, quienes acometieron a toda carrera “la tarea”, mientras los representantes del Estado prometieron lo que aún no han cumplido.

En fin, “Fanguito al pecho” es un lugar al medio sur de Camagüey donde los jefes no demuestran respeto por la prensa oficial ni amor por el pueblo, que sigue día tras día, entre sonrisas y ceños fruncidos, buscando la mejor manera de no enfangarse los pies y el alma.

Y yo, mientras escogía bien mis pasos entre los baches y el fango de esta calle y pensaba cómo devolverle el color y la higiene a mis zapatos, me preguntaba: ¿Cuántos cubanos como yo tendrán también su “Fanguito al pecho”?

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15 respuestas a En “Fanguito al pecho”…

  1. Indira dijo:

    Creo que ya es hora de que cada quien haga su trabajo y que luchemos todos por el bienestar del pueblo que debe ser lo mas importante de todos los representantes, y que nunca nos demos por vencidos que luchemos hasta que el problema sea erradicado.

    • rogelio86 dijo:

      Así es, Indira, lo que pasa es que el pueblo no tiene los recursos que sí tiene el Estado y sus empresas. Pero tienes mucha razón: no podemos dejar de luchar. Un abrazo de luz para ti.

  2. no es facil amigo como hemos de batallar por lo mal hecho, un saludo caluroso

  3. kikeperdomo dijo:

    Yo viví en La Cubana y soy testigo de todo esto que dices aquí, Rogelio. Lamentablemente es una entre tantas historias que no encuentran solución en nuestro Vertientes querido. ¡Son tantas!

    • rogelio86 dijo:

      ¡Y qué falta hace que problemas como estos se solucionen! Lo de menos (y ya es bastante) es el fango en los zapatos o la ropa; el lío más grande es el lodazal que se prende de la fe del pueblo cuando ve que su voz no se escucha. Merecemos más. Un abrazo.

  4. Al Mendron dijo:

    Asi que sigues en Vertientes con el fanguito hasta el pecho…Tipo digno de admiracion,pero que no oye consejos,Dios te ayude hijo,por que lo que son los que te dirigen…seguiran pasandote por al lado y salpicandote de fanguito sin que nada les importe.Cosas de ancianos.

    • rogelio86 dijo:

      Gracias por la admiración profesada, y créame, sí oigo consejos. En cuanto a las salpicaduras, una lástima en verdad… Aunque he padecido otras más desagradables que a veces salen de las mismísimas bocas. En fin, hay lodos peores. Saludos.

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